Capítulo 13- Melanie- Para curar heridas: dar tiempo al tiempo
Me levanto, sabiendo que este encuentro con Paula y Axel no
se lo voy a explicar a nadie, ni siquiera a Maia y Amanda. Ni a mi madre, eso
por supuesto. Se pondría histérica. Y la verdad es que es un motivo bastante
aceptable. He estado al borde de la muerte. Y si no fuera por Axel hubiese
muerto. Sí, él ha sido quien ha intentado matarme, pero se ha arrepentido y me
ha ayudado, eso sin duda es una mejora considerable. Pero quiero olvidar ese
imprevisto. Quiero olvidar que he saboreado la muerte con mis propios labios. Y
centrarme en una sola cosa: en averiguar qué es lo que Axel dice que he hecho
mal, que tipo de error he sido para él. Porque me gustaría dejar este tema
zanjado. Quiero que seamos simplemente eso, conocidos, pero no que nos odiemos
en nuestras mentes. Porque eso sólo empeora todo y lleva a situaciones como
esta. Pero todo pasa cuando tiene que pasar. Y en este momento y después de lo
que ha pasado ahora nada se va a arreglar hoy. Así que mejor esperar.
En el camino hacia mi casa escucho gritos lejanos. Los
ignoro. Últimamente en este barrio se está acumulando la mala gente. Pero que
se le va hacer, espero que se vayan pronto… Sin embargo, la gravedad de que los
canis se reúnan cerca de mi casa no tiene
nada que ver con la situación que encuentro en ella. Cuando abro la puerta
escucho… tres voces. ¿Tres? La de mi hermana, la de mi madre y… ¿la tercera de quién
es? Cierro la puerta lentamente, sin hacer ruido, y avanzo por el pasillo de
puntillas. ¿Quién es? Entro al salón ya normal. Pero mi estado de ánimo no es
que sea normal cuando veo lo que hay allí.
-
Hola…- saludo insegura con la vista fija en el
hombre desconocido que está sentado en el sofá, al lado de mi hermana, que está
envuelta en lágrimas.
El hombre, bueno, si se le puede llamar hombre, porque estoy
segura de que de los veinte años no pasa, parece incomodo, y mi madre
preocupada. Yo estoy desconcertada. ¿Qué está pasando? Aunque no hace falta que
me lo diga nadie. Ya sé lo que está pasando aquí, y no me gusta nada. Aun así,
mi madre se empeña en presentármelo. Se acerca a mí y me pasa un brazo por la
cintura.
-
Hola, hija…- me saluda mientras se dirige a mí,
con una sonrisa falsa que tampoco me gusta.
La estancia está en una tensión que en cualquier momento
todo se podría desmoronar. Y los llantos desconsolados de mi hermana no ayudan
mucho. Miro al chico con cierto odio. Es guapo. Es guapo y joven. Él me mira
con preocupación e inseguridad. Aun así no cambio el tono de mi mirada.
-
Este es Max, Melanie, y… es mi pareja.- La voz
de mi madre es insegura, y tiene muchas razones para serlo.
Ya sabe cómo me afectó su separación. Sabe que estuve un mes
llorando, un llanto como el de mi hermana, que nadie supo consolar. Sabe que al
fin conseguí un poco de paz en el segundo mes, pero que tan sólo me limito a
intentar olvidar y a ignorar todo lo que esté relacionado con ese tema. Sabe
bien que solo han pasado dos meses de su separación y que va demasiado deprisa.
Sabe que este es un tema delicado. Sabe que tiene cuarenta y cinco años y que
el chico al que me acaba de presentar apenas tendrá veinte justos. Lo sabe todo
muy bien. Sabe que esto es un pilar de cristal con una base fina como un
alfiler y que ella acaba de pegarle una patada, y que los cristales salen
disparados hacia todas partes, dañando y destruyendo todo lo que encuentran a
su paso.
Mi mirada de odio se intensifica. Él parece preocupado aún
más. Mi madre muestra la misma emoción que él. No obstante, cuando recibo la
próxima noticia, mi odio empieza a filtrarse por mis palabras.
-
Se va a quedar un tiempo a vivir aquí, Melanie-
prosigue mi madre-. Se ha quedado sin trabajo y no puede pagar el alquiler de
su piso. Ya sabes cómo están las cosas ahora y…- pero se calla cuando la
interrumpo.
-
Pues que se vaya a vivir con sus padres. Total,
debe hacer unos años que cumplió la mayoría de edad, ¿no? No creo que sus
padres le tengan mucho rencor.
“Max” parece dolido. Mi madre decide ignorar mi comentario.
Y yo creo que es la primera vez en toda mi vida que estoy enfadada de esta
manera.
-
Ya sabes cómo están las cosas ahora y hasta que
encuentre un trabajo se quedará aquí.
Yo sigo con mi postura. No me puedo creer que mi madre se
haya olvidado tan rápido de mi padre. Que yo sepa, las personas que siguen amando
no tienen pareja a los dos meses de su ruptura. Y más habiendo compartido
veinte años de casados y dos hijos.
-
¿Y dónde piensa dormir? Porque en esta casa no
sobran camas. Y parece más mi hermano que mi padrastro, así que sería extraño
que durmiese contigo, ¿no crees?
Mi madre parece más molesta con este comentario. Max
simplemente observa la situación desde el sofá, como un cachorrito herido.
-
Melanie. Sé que es difícil y que es un cambio
repentino, pero tendrás que acostumbrarte. Ah, y mañana por la tarde iréis al
cine con él. Tu hermana, él y tú. Yo hoy estaré trabajando hasta tarde porque se me
ha acumulado la faena, así que tendréis que cenar sin mí. Así lo iréis
conociendo.
Mi hermana sigue llorando y me estresa. Esta situación me
supera.
-
Eso no te lo crees ni tú. Yo no voy a ir a
ningún lado con ese. Que te engañe a ti, porque está claro que está contigo por
el interés, pero a mí no. Yo no soy tan ingenua como tú. Y si crees que he
olvidado ese papel que interpretaste cuando papá te dejó, ese de la pobrecita
que le han dejado y no encuentra consuelo, te equivocas. Lo recuerdo y ahora sé
que todo era mentira. Así que iros tú y tu… hijo, porque eso es lo que parece,
a otra parte y dejadnos en paz a nosotras.- Cojo a mi delgaducha hermana de
siete años en brazos y me la llevo a mi habitación.
Allí lloramos las dos. Ella porque sabe que nuestros dos
padres de verdad nunca van a estar juntos otra vez y yo, que ya sabía eso hace
mucho tiempo, por todas las mentiras de mi madre que creí en su momento y por
no interesarse por nosotras y preocuparse sólo por ella. Pues lo tiene claro si
cree que voy a ir a alguna parte con el tío ese.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada