CAPÍTULO 26- MELANIE- ESTO ES… ¿QUÉ?
Ayer la noche
acabó de una forma bastante extraña. Ni siquiera sabría definir qué fue lo que
pasó después de la confesión de Max, porque simplemente no lo sé. No cruzamos
palabra en lo que quedó de noche. De vez en cuando un “Sí” o un “No” a sus
características preguntas triviales. Pero nada más. Yo mantenía mi mirada
hundida en la pizza de cuatro quesos que me quedaba por comer. Pero no me supo
bien, un regusto a culpabilidad me giró el estómago y se me quitaron las ganas
de comer. Pero me la comí. Después de haber escogido lo más caro de allí no iba
a dejar el plato lleno. La verdad es que me sentí muy culpable, y ahora me
siento aún más.
Cuando suena
el despertador, a las 6:00 de la mañana, no sé si quitarle las pilas, apagarlo
o atrasarlo otros cinco minutos. Sin embargo, juntando toda mi fuerza de
voluntad, consigo levantarme. Tampoco podía hacer esperar demasiado a Maia, que
ya sé cómo le sienta que a las 6 de la mañana tenga que esperar. La verdad es
que no sé por qué le dije ayer que quedemos una hora antes de lo normal para ir
al instituto. No sé, la verdad es que quiero hablar de algo con alguien para
dejar de sentir este sentimiento tan extraño. Tal vez también ha pesado en mi
decisión el hecho de que Max se levante a las 7:00, a la misma hora que yo me
despierto normalmente. Hoy no me apetece ni verle. Se me caería la cara de
vergüenza de las cosas terribles que le dije… Bueno, ya se me está cayendo
ahora. Su historia, cierta o falsa, me ha hecho reflexionar y ahora lo entiendo
todo un poco más. Tal vez antes estaba cegada ante la posibilidad de que mi
madre tuviera un novio estable. O tal vez porque últimamente mi cabeza está
llena de cosas que, absurdas o importantes, no me dejan ni respirar.
A las 6:15
salgo de mi casa con cinco galletas de chocolate en la mano. Como por el camino
para no pensar demasiado. Todo esto se me hace grande. Y ahora está lo de Max,
que tengo que empezar a quererlo como un nuevo “padre”. Cuando llego, Maia todavía no ha llegado.
Perfecto, ahora me tocará esperar a mí. Me siento en el banco y hundo mis manos
en los bolsillos de mi sudadera con el fin de que se calienten un poco. El aire
me revuelve el cabello y hace tiritar mi cuerpo. Tan concentrada estoy en el
frio que tengo que no me doy cuenta de que alguien se sienta a mi lado. Cuando
me toca el hombro, suelto un suspiro. Por fin, Maia.
-
Si que has tarda…- Digo, girando la cabeza hacia
la izquierda.
Pero no, no
es Maia. Y no sé qué frio es peor, si el que lleva el aire o el que me
transmite la persona que tengo delante de mí.
-
Alex…- es lo único que consigo pronunciar con la
sorpresa aun reflejada en el rostro.
Él, a
diferencia de yo, no parece nervioso ni vergonzoso, sino más bien ansioso por
decirme lo que me quiera decir.
-
Melanie, por favor, no te vayas antes de
explicarte lo que te necesito explicar.
No me muevo
del sitio. No sé si quiero escuchar, pero aunque no quisiera tendría que
quedarme, pues soy incapaz de moverme del sitio, perdida en sus ojos. Él, ese
silencio, lo interpreta como que puede seguir hablando.
-
Mira, aquella vez no te ayudé a levantarte
porque… no sé, no sé por qué hice eso. La verdad es que soy un poco estúpido a
veces. Pero es que yo sólo quería olvidarte porque sufría viéndote y no
pudiendo estar contigo. Y pensaba que así dejaría de dolerme tanto. Pero me
duele aún más…- explica, tan rápido que tengo que concentrarme para poder
entenderlo- Y lo de ayer… Joder, ayer te juro que fue el peor día de mi vida.
Sé que me vistes allí mirándote mientras Axel te salvaba. Y sé también que
estás enfadada por no haberte ayudado yo. Pero tampoco me dio tiempo, porque
Axel te salvó al momento de intentar matarte y…- De repente deja de hablar y se
crea un silencio junto a su mirada, que me mata. Parece abatido y desanimado.
Su estado de ánimo ha cambiado absolutamente desde sus primeras palabras. Tal
vez se da cuenta de las cosas mientras las dice, y también de lo verdaderamente
gilipollas que ha sido estos días- No importa. Ya no importa nada. He sido un
estúpido todo este tiempo, soy un estúpido. Debí luchar por ti y en cambio me
he escondido tras una esquina mientras contemplaba cómo te perdía. Lo siento.
No quería molestarte.- Acaba mientras se levanta, con la peor cara que le he
visto en mi vida.
Aunque tiene
razón, estoy un poco enfadada por no intentar ayudarme, le agarro de la muñeca
con fuerza para retenerlo aquí. No soy yo quien lo hace, sino mi instinto, mi
corazón. No, no quiero que se vaya. Él me ha perdido antes, pero yo ahora no
quiero perderle a él.
Lo miro. Le
sonrío. Me sonríe. Y se va. Y esta promesa muda sí que estoy segura de que la
cumpliremos los dos lo antes posible.
Mientras
espero a Maia en el banco se me hielan las manos de nuevo. Ya no tengo tantas
ganas de hablar con ella. Sí, sigo sintiendo que soy una mierda, pero no quiero
que pregunte por esta sonrisa tonta que ha aparecido en mi cara y que no puedo
hacer desaparecer. Aunque tampoco quiero.