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divendres, 27 de setembre del 2013

NUNCA SEREMOS PERFECTOS

Capítulo 24- Melanie- Estoy aquí

-          Cualquier cosa que necesites, estoy aquí, Bel. Sé lo que has pasado. Y ahora ya me da igual todo. Sólo quiero hacer lo que sea mejor para todos.
La miro a los ojos para que sepa que lo que digo es de verdad, y no una mentira más como las que escucha cada día. Porque ahora sé que mis amigas van a estar ahí, y ya no me importa lo que los demás piensen de mí. Después de lo que ha pasado en la hora del recreo, sé lo que se siente ser la nada, y sé que si a mí no me importa lo que digan los demás nunca seré esa nada, porque yo soy algo porque quiero ser algo. Es difícil de explicar, pero todo lleva al mismo sitio, quiero ser yo. Y quiero darle una oportunidad a esta chica que tanto ha pasado. Pero no me responde. Simplemente me sonríe. Y aunque sé que eso es un sí mudo, me gustaría que me lo dijera, que empezara a confiar en mí. Pero nada. Y a mí ya no me queda tiempo. Tengo que volver ya.
-          Me tengo que ir, Bel. Me esperan. Pero ya sabes, cuando quieras. Hasta mañana.- Y me despido con la mano, un poco deprisa porque se me está haciendo tarde.
Salgo del lavabo y me dirijo a donde están… ellos, sin mirar hacia ningún lado, sin querer encontrarme con la mirada de Axel.
Cuando llego a la mesa donde está mi hermana y Max no me preguntan nada ninguno de los dos. Simplemente me siento y empiezo a comer. Por fin han traído ya la pizza. Como sin mirar a nadie. Sin embargo, mi hermana me mira la cara. Y también noto como me va lanzando miradas Max. Pero yo sigo comiendo. Cuando voy por el segundo trozo, decido que se acabó esta incertidumbre. Quiero saber con quién voy a vivir, y si me ayuda a odiarlo más, mejor.
-          ¿Y cómo conociste a nuestra madre?- le pregunto sin mirarle a los ojos. Él tampoco lo hace cuando me responde.
-          Nos conocimos por internet. Estuvimos casi un mes hablando, y… nos enamoramos. Ninguno de los dos sabía la edad del otro antes de enamorarnos, si eso es lo que te preocupa. Ni siquiera sabía su aspecto. Entonces decidimos hace cuatro días vernos en la vida real. Y la edad no me importó, y a ella tampoco.
No muestro ninguna expresión. Sigo comiendo mientras pienso en la próxima pregunta. Ahora sí que noto su mirada fija en mi cara, pero sigo sin devolvérsela.
-          ¿Y porque te quedas a vivir en nuestra casa?
Tarda un poquito más en responder a esta, pero no tiene pelos en la lengua al final.
-          Hace unos meses que estoy sin trabajo. Tu madre no lo sabía hasta ayer. Y lo siento si te ha molestado. Pero es que no sabía que hacer ya. Mis padres murieron hace dos años, por eso empecé a pasarme por ese tipo de páginas de internet, para encontrar un tubo de escape, aunque encontré un verdadero amor. Pero tenía cinco meses de alquiler sin pagar y estaban a punto de echarme. Y tu madre se ofreció a dejarme dormir en su casa durante un tiempo. Aunque no te preocupes, encontraré un trabajo pronto- Y estas últimas palabras las pronuncia muy bajito, y puedo notar la vergüenza en ellas.

Lo miro. No, esto no me ha ayudado nada a odiarlo.

diumenge, 22 de setembre del 2013

NUNCA SEREMOS PERFECTOS

Capítulo 23- Bel- No saber para hacer.

La verdad es que no sé porque hago esto. Tal vez sea para que así la próxima vez que quiera pegarme se acuerde de este favor que le estoy haciendo. Pero no, no es por eso. Seria por eso si yo fuera alguien dentro del Patrón, porque es algo que haría alguien de dentro. Intentar caerle bien a tu atacante con la esperanza de que le caigas en gracia y te deje en paz. Pero nunca te dejan en paz. Hagas lo que hagas, incluso intentar ser amable con él demuestra que eres débil y que le temes. Así que no, yo no hago esto por eso, porque sé que nos serviría de nada. Yo lo hago para conocerlo mejor, para ver si así consigo averiguar esos secretos que esconde, o al menos ver su verdadera personalidad y no la que hace ver cuando esta con sus amigos. Pero de momento nada. No le miro a la cara. Me concentro en la herida e intento recordar todos los trucos de maquillaje que comentan las chicas en el lavabo. Simplemente me baso en la “base” que se echan en la cara e intento que sus nudillos queden igual de lisos. Como si quisiera tapar un grano, la única diferencia es que en este momento estoy tapando un crimen que le podría causar serios problemas.
Él tampoco dice nada. De vez en cuando aprieta más el puño cuando le toco la parte más roja con el pincel. Pero eso es bueno. No dice nada, no me insulta y ni siquiera se queja. Eso indica que no quiere arriesgarse a que me harte y me vaya. Tiene que ser algo muy gordo para que se comporte así. Me encantaría preguntarles que ha pasado, pero mejor no me meto en esto porque podría salir perjudicada. Y no quiero que empeore mi situación social, que prácticamente es cero.
Cuando ya han pasado unos cinco minutos en este silencio tan incómodo y yo ya voy por la segunda mano, Axel decide atar algunos cabos sueltos, haciendo como si yo no existiera.
-          A ver, Melanie, ¿Por qué me has enviado una solicitud de amistad en Facebook si te he dicho CLARAMENTE que no quiero saber nada de ti en todo mi pu-ñe-te-ra vida?- dice, con una rabia reprimida en sus palabras que me intimida.
Miro a Melanie por el rabillo del ojo. Lo está mirando, con cara de póker. Pero de seguida recobra la expresión y le responde lo más tranquila que puede.
-          Porque quiero arreglar esto que pasa entre nosotros. No sé qué te pasa conmigo, pero quiero arreglarlo lo antes posible para no tener que estar vigilando por donde va a venir el siguiente golpe. Y sabes que si hay un siguiente se te va a caer el pelo. Pero tampoco quiero un siguiente de otras personas. Así que quiero arreglarlo para que no haya más malentendidos- explica Melanie, de manera neutral.
Sin embargo, a Axel le cuesta más esconder sus emociones, por no decir que las muestra con exageración. Su cara se empieza a poner roja y la vena de la sien se le marca un poco. Retiro un poco el pincel para que no salga volando cuando retire la mano. Pero, aun así, cae al suelo cuando me aparta de en medio. Se acerca a Melanie un poco, aunque un metro de racholas marrones los separa.
-          Que te quede claro, hija de puta, tú has sido el mayor error de mi vida. Con tu gilipollez de ser yo mismo acabé siendo el jodido pringado gay que sólo tiene una amiga. Pues no, guapa, porque yo no soy así y ahora tengo lo que siempre he querido, lo que des de hace tiempo debería haber tenido: amigos de verdad, y muchos. Ser yo el que saca las modas y no el que intenta seguirlas sin conseguirlo. Y tú sólo me quieres joder ahora que soy lo que soy. Pero yo te voy a dejar muy clara una cosa: no me vas a volver a arrastrar a ese asqueroso mundo “bonito y libre” en el que tú vives, porque esa no es la realidad. Así que déjame en paz de una puta vez y olvídame.
Las palabras de Axel pasan como una exhalación por mis oídos, tan rápido que me cuesta recibir toda la información. Aunque parece que Melanie no se ha perdido detalle de sus palabras. Se queda muda, mirándole a los ojos como si estuviese en una nada absoluta, como hipnotizada. Pero sus palabras salen aun así, y a pesar de su mirada perdida en los ojos del chico, suenan altas y claras, y con más significado que nunca.
-          Ya veo… No eres tú el que has cambiado ahora, sino que ahora eres lo que siempre has ocultado. Bien, es bueno saber que tu mejor amigo de toda la vida ha sido tan sólo un mentiroso a tu lado. Pero recuerda mis palabras: esos tantos amigos que tienes te dejaran tarde o temprano, y yo estaré ahí, pero será demasiado tarde cuando veas con ojos verdaderos este mundo.
Para Axel, según su cara, esas palabras son ridículas y el único efecto que causan en él es una risita divertida. Pero al menos no le pega otra vez. Supongo que no se puede arriesgar a que se le quite el maquillaje de la mano y lo pillen sus padres al fin. Pero se va, con media mano sin pintar, aunque no creo que tenga problemas si en toda la noche consigue ocultar esa mano. Pero ahora sólo quedamos Melanie y yo. Axel se acaba de ir dando un fuerte portazo en la puerta, que ha producido un silencio absoluto en el lavabo. Me acerco a Melanie y acabo de darle los últimos retoques a su maquillaje. Al final, perfecto, casi no se ven las heridas, aunque se nota que tiene bastante maquillaje en la cara y algunas zonas de ella hinchadas. Cuando acabo, ya no hay nada que mantenga ocupada mi cabeza y entonces me asalta la duda. Y tengo que preguntar si no quiero morir de curiosidad. Además, lo necesito para mi investigación.
-          ¿Por qué me has hablado en Facebook? Normalmente la gente no suele hacer eso conmigo…- No consigo sostenerle la mirada y la bajo al suelo.
-          Porque quiero conocerte. Las flores más ocultas son las que más tienen. Y quiero que sepas que no estás sola del todo.

Sus palabras no me hacen que la mire a los ojos, no podría, me da mucha vergüenza. Pero sí hacen que saque la sonrisa más sincera de toda mi vida.

divendres, 13 de setembre del 2013

NUNCA SEREMOS PERFECTOS

Capítulo 22- Axel- Atado a mis errores

Si tengo la cabeza gacha más tiempo me va a dar un calambre, y van a sospechar. Pero… ¿qué voy a hacer? Tengo los nudillos rojísimos y pronto aparecerán cardenales. Es imposible que no se den cuenta cuando vaya a comer. Dios… Joder, ¿por qué he sido tan estúpido? Tendría que haberles dicho que no, que no me parecía bien venir a cenar hoy. O haberme traído guantes. O yo que sé. Cualquier cosa. Pero ahora estoy aquí. Y tengo que hacer algo. Necesito tiempo para pensar.
-          Emm… voy un momento al baño. Si viene el camarero pedidle lo que queráis, no me importa-digo mientras me levanto, con las manos en los bolsillos del pantalón.
Empujo a todo el mundo que me corta el paso. Joder, ¿no se pueden quedar quietos en sus asientos? No, tienen que levantarse a sacar tabaco de la maquina (donde hay una cola de unas cinco personas), pedir una estúpida bolsa de patatas, otra cerveza, y mil cosas más que podrían pedir desde su mesa. Joder… Estúpida gente…
Pero bien, al fin llego. Abro la puerta y no me molesto en cerrarla. Entro en el baño donde hay un señor dibujado. Aprieto el botón del grifo y seguidamente sale un chorro de agua. Pongo el puño derecho bajo él. Y ahogo un grito de dolor. Me escuece, y la presión del agua no ayuda mucho. Mejor la aparto y me voy echando agua más lentamente. Sí, así duele menos, pero no veo ninguna mejora. Bueno, sí, la herida está más limpia, pero eso hace también que se vea más roja. Mis nudillos están al rojo vivo, y el simple contacto con el aire hace que me escueza. Joder, ahora sí que no puedo hacer nada. Salgo del baño, el olor que había allí dentro mezclado con este problema monumental que tengo, me empezaba a marear. Me quedo en el pasillito de los lavabos unos segundos, en los que pienso… en nada. Porque no hay solución. Dios…, como se enteren que he pegado a Melanie voy a un internado pero ya. Me lo advirtieron, y esa advertencia me está golpeando los nudillos como burla. JO-DER.
Doy unos cuantos paseos por aquí, sin salir por completo del baño. Y no veo solución. Cuando llevo dos vueltas dadas le doy una patada a la puerta del baño de señoras por mi frustración. Al principio me siento mejor, con eso he conseguido quitarme parte de la tensión que tengo acumulada. Pero cuando la puerta se abre, ruidosamente, y veo a las dos últimas personas a las que me gustaría ver ahora mismo, me arrepiento y mucho. Hoy la suerte me está dando una buena patada en el culo.
-          ¿Qué hacéis vosotras aquí?
Se quedan calladas. Paso la vista por encima de ellas. Anibel no puede hablar, tiene demasiado miedo. Y a Melanie la he pillado por sorpresa, y supongo que en este momento le estarán viniendo a la mente las imágenes de lo que ha sucedido antes. Que estúpida. En estos meses que llevamos en el instituto he aprendido que el pasado es el pasado, y que hay que machacarlo hasta conseguir destruirlo y olvidarte de él. Y ella debería aprender eso también.
Al final, cuando el silencio se hace incomodo, decide hablar Melanie.
-          Y tú, ¿qué haces aquí?- pregunta con una monotonía en la voz que, si no lo supiera, pensaría que es un robot.
Pero yo eso de que me vacilen no lo tolero.
-          Lo he preguntado yo primero, así que respondes tu primero. ¿No te dije que no te quería volver a ver en mi vida?
Y, como siempre, gano yo. Aunque no me gusta el tono que Melanie utiliza. ¿Quién se cree que es?
-          He venido a comer con… la familia. Eso está claro, ¿no? Eres tú el que tiene que dar explicaciones del porqué has golpeado la puerta de esa manera. Ah, y que yo sepa no tienes ninguna orden de alejamiento contra mí. Más bien tendría que tenerla yo contra ti.
Flipo con la tía esta. Pero decido ignorar eso último, porque tiene razón.
-          ¿Qué yo tengo que darte explicaciones a ti? ¿Pero quién te crees que eres, chavala?
No responde, al menos no con la boca. Pero me escruta con la mirada, buscando algo que le dé su respuesta. Y la consigue rápido. Supongo que habrá sido por mi intento de meter las manos en los bolsillos lo antes posible. Pero el roce con la tela no lo toleran mis nudillos.
-          Entiendo. ¿No quieres que tus padres se enteren de que has estado a punto de matarme?- Y en su rostro aparece una sonrisa de satisfacción al ver que ha acertado de pleno.
Me quedo callado. La miro con odio, odiando que sea tan inteligente. Bel sigue ahí, observando la situación. Esta tía me pone enfermo.
-          Tranquilo, yo tampoco quiero que se enteren- sigue hablando-. Por eso he venido aquí y tengo un estuche lleno de maquillaje. Les he dicho que me he caído. Así que más te vale que escondas esas heridas o te inventas otra víctima. Pero a mí ni me menciones si no quieres que te denuncie.
Habla con una seguridad que casi me hace vomitar en su cara. Me habla como si fuésemos iguales, y no. Yo soy mucho más superior a ella. Aunque tiene razón. Y esa amenaza me hace pensar. Podría hacerlo y mis padres se enterarían de todo.
-          Vale, déjame esas pinturas.
-          Mejor que te pinte Bel. Lo hace mucho mejor que yo. Ya me ha tapado algunas heridas y no hay ni rastro de ellas.
-          ¿La guarra esta? Pues no sé qué pintará porque su cara no.
Bel se acerca a mí con la única seguridad de tener a Melanie a su lado.
-          Observo mucho. Y sé cómo se hace-susurra sin mirarme a los ojos.
Coge un botecito marrón del estuche de Melanie.

-          Esto te va a doler bastante.

dimarts, 3 de setembre del 2013

NUNCA SEREMOS PERFECTOS

Capítulo 21- Melanie- El silencio de las casualidades

-          Me caí mientras iba para casa, y como tenía las manos en los bolsillos amortigüé el golpe con la cara. Eso es lo que ha pasado. Quería curarme las heridas y maquillarme un poco antes de venir, pero con toda esta mierda no me ha dado tiempo, ¿de acuerdo?
Max se queda paralizado. Mi hermana nos mira, sin saber que decir y en medio de una conversación en tensión.
-          Ah, bueno- dice al fin Max con un tembleque en la voz, nervioso y mirando hacia la mesa-, pensaba que tenías algún problema con algún compañero de clase y…
-          Que vas a saber tú de mí.-Y entonces sí que me mira, con los ojos llorosos y con una cara de cachorrito que enmudecería a cualquiera, pero no a mí ahora- No me conoces. Si lo hicieras sabrías que tengo unas amigas geniales, y que nos apoyamos mutuamente. Si me conocieras tan sólo un poco sabrías que a mí eso de meterme en la vida de la gente sólo para joder no me va. Así que no inventes hipótesis si no sabes nada.
Cuando acabo de hablar deja de mirarme. Se mira sus pantalones, aunque no los ve, tan sólo piensa. Aprieta los labios y apoya los codos en la silla para entrelazar sus dos manos. En ese momento en el que está distraído, aprovecho para preguntarle a mi hermana:
-          ¿Has traído tu maquillaje?- aunque sé que es una pregunta estúpida, la respuesta es más que evidente.
-          Claro.- Y saca un estuche de pinturas de su mini-bolso.- Ten.
-          Gracias.- Le sonrío.
Lo cojo y me levanto de la silla de nuevo. Ahora esquivar a la gente es más fácil, pues ya me he acostumbrado un poco. Entro al pasillo que da a los lavabos y prácticamente corro por él hasta llegar al baño de señoras. Abro la puerta y enciendo el grifo de inmediato. Me lavo la cara y después las heridas por separado. No sé si será bueno echarme maquillaje sobre ellas ahora que no están ni curadas ni nada. Pero no tengo otra opción si no quiero que Max siga sospechando. Es increíble cómo ha averiguado lo que pasa en realidad. Menos mal que le he quitado esa idea de la cabeza de inmediato al capullo ese.
Cuando me toco las heridas me duelen, todavía no han cicatrizado y están al rojo vivo, así que echarme maquillaje en ellas será difícil. Aun así abro el estuche de mi hermana y empiezo a sacar todo lo que tiene ahí. Me quedo impresionada al ver que tiene mejor maquillaje que yo. Bueno, contando con que yo no tengo casi maquillaje, tan sólo rímel y lápiz de ojos que nunca lo utilizo, no es muy difícil tener mejor maquillaje que yo.
Cojo un poco de base y me echo por toda la cara. Después… ¿Qué hago después? Joder, no sé nada sobre esto… Cojo todas las cosas y me siento con ellas en el suelo. Pienso en silencio. ¿Qué sería lo mejor para tapar las heridas? Buf… Ni idea.
Alguien abre la puerta. Al verme, vuelve a cerrarla y se va. ¿Qué habrá pensado de mí? Bueno, eso ahora me importa poco. Ahora mismo sólo necesito…
Se abre la puerta que da al váter. ¿Había alguien ahí dentro? Pero…
-          ¿Bel?-Abro mucho los ojos, impactada al ver el poder que tienen las casualidades.

-          ¿Melanie?- susurra ella, igual de impresionada que yo.

NUNCA SEREMOS PERFECTOS

Capítulo 20- Bel- La vida me la devuelve

Mis manos tiemblan, y como si fuese una reacción en cadena, el resto de mi cuerpo también lo hace. Y me empiezo a marear. Miro hacia todos lados y sólo escucho un ruido que intensifica su volumen por segundos. Sólo mil voces que se acumulan en mis oídos y no me dejan pensar. La gente que pasa a mi alrededor adopta una forma rara, se deforman y se convierten en miradas asesinas. No puedo más. Me levanto. Y todo el suelo da vueltas, y me tengo que apoyar en la mesa para no caerme. Me llevo la mano izquierda a los ojos y los cierro. Cuando el suelo deja de moverse un poco avanzo un paso. Y vuelve a moverse tan rápido como antes. Pero no detengo mi caminar. Voy dando traspiés, sujetándome a las sillas y mesas de la gente y pronunciando algo que se parece a “lo siento” y “perdonen”. Las miradas se multiplican y ahora me insultan también. Pero por fin, de seguida, encuentro la puerta del baño. Me apoyo en el pomo durante unos segundos para recomponerme, sin mucho resultado, y abro la puerta a medias. Voy caminando arrastrando los pies por el pasillo del lavabo. Dejo caer el cuerpo en la pared para no caerme. El barullo de voces ya se ha ido, aunque todavía sigue moviéndose el suelo.
Encuentro la puerta donde hay una señora dibujada. Estiro y veo la pica. Me abalanzo sobre ella, aprieto el botón del grifo y empieza a salir el agua. Me remojo la cara, la nuca y un poco los brazos. Me encuentro mejor, aunque el mareo sigue todavía ahí. Doy dos pasos hacia mi izquierda y abro la puerta que da a un pequeño sitio donde sólo hay un lavabo. Y me siento en la tapa. Pongo las manos en la cara, de manera que también pillo un poco de pelo, y me limito a respirar. Inspirar. Espirar. Inspirar. Espirar. Así durante unos cinco minutos. Y me voy dando cuenta que ya no estoy tan mareada. Hasta que el suelo se para y me encuentro perfectamente. ¿Qué me había pasado? Supongo que el ruido, la gente por todos lados y todo eso… No estoy acostumbrada a todo esto, nunca había estado con tanta gente y tanto ruido. Y estando tan tensa y con tantas cosas en la cabeza como tengo últimamente, supongo que no ha ayudado mucho. Tendré que relajarme un poco si no quiero que me vuelva a pasar.
Me levanto. Escucho que la puerta del baño se abre. Me vuelvo a sentar. Escucho el agua salir del grifo. No estoy dispuesta a salir ahora y que me mire mal por ser la chica loca que antes parecía que estuviese borracha. No, eso no me tranquilizaría. Al contrario, me pondría mucho más nerviosa. Así que no pienso salir hasta que salga ella. Aunque tenga que estar aquí horas.

Y empiezo a esperar. Y esperar…