Capítulo 24- Melanie- Estoy aquí
-
Cualquier cosa que necesites, estoy aquí, Bel.
Sé lo que has pasado. Y ahora ya me da igual todo. Sólo quiero hacer lo que sea
mejor para todos.
La miro a los
ojos para que sepa que lo que digo es de verdad, y no una mentira más como las
que escucha cada día. Porque ahora sé que mis amigas van a estar ahí, y ya no
me importa lo que los demás piensen de mí. Después de lo que ha pasado en la
hora del recreo, sé lo que se siente ser la nada, y sé que si a mí no me
importa lo que digan los demás nunca seré esa nada, porque yo soy algo porque
quiero ser algo. Es difícil de explicar, pero todo lleva al mismo sitio, quiero
ser yo. Y quiero darle una oportunidad a esta chica que tanto ha pasado. Pero
no me responde. Simplemente me sonríe. Y aunque sé que eso es un sí mudo, me
gustaría que me lo dijera, que empezara a confiar en mí. Pero nada. Y a mí ya
no me queda tiempo. Tengo que volver ya.
-
Me tengo que ir, Bel. Me esperan. Pero ya sabes,
cuando quieras. Hasta mañana.- Y me despido con la mano, un poco deprisa porque
se me está haciendo tarde.
Salgo del
lavabo y me dirijo a donde están… ellos, sin mirar hacia ningún lado, sin
querer encontrarme con la mirada de Axel.
Cuando llego
a la mesa donde está mi hermana y Max no me preguntan nada ninguno de los dos.
Simplemente me siento y empiezo a comer. Por fin han traído ya la pizza. Como
sin mirar a nadie. Sin embargo, mi hermana me mira la cara. Y también noto como
me va lanzando miradas Max. Pero yo sigo comiendo. Cuando voy por el segundo
trozo, decido que se acabó esta incertidumbre. Quiero saber con quién voy a
vivir, y si me ayuda a odiarlo más, mejor.
-
¿Y cómo conociste a nuestra madre?- le pregunto
sin mirarle a los ojos. Él tampoco lo hace cuando me responde.
-
Nos conocimos por internet. Estuvimos casi un
mes hablando, y… nos enamoramos. Ninguno de los dos sabía la edad del otro
antes de enamorarnos, si eso es lo que te preocupa. Ni siquiera sabía su
aspecto. Entonces decidimos hace cuatro días vernos en la vida real. Y la edad
no me importó, y a ella tampoco.
No muestro
ninguna expresión. Sigo comiendo mientras pienso en la próxima pregunta. Ahora
sí que noto su mirada fija en mi cara, pero sigo sin devolvérsela.
-
¿Y porque te quedas a vivir en nuestra casa?
Tarda un
poquito más en responder a esta, pero no tiene pelos en la lengua al final.
-
Hace unos meses que estoy sin trabajo. Tu madre
no lo sabía hasta ayer. Y lo siento si te ha molestado. Pero es que no sabía
que hacer ya. Mis padres murieron hace dos años, por eso empecé a pasarme por
ese tipo de páginas de internet, para encontrar un tubo de escape, aunque encontré
un verdadero amor. Pero tenía cinco meses de alquiler sin pagar y estaban a
punto de echarme. Y tu madre se ofreció a dejarme dormir en su casa durante un
tiempo. Aunque no te preocupes, encontraré un trabajo pronto- Y estas últimas
palabras las pronuncia muy bajito, y puedo notar la vergüenza en ellas.
Lo miro. No,
esto no me ha ayudado nada a odiarlo.