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divendres, 21 de juny del 2013

NUNCA SEREMOS PERFECTOS

Capitulo 4- La verdad sobre él, una mentira para mí - Melanie

Los pasillos están casi vacíos, y eso le da razones para ir tan rápido como va. Prácticamente, corre. Me cuesta seguirlo, pues no quiero empezar a correr porque los profesores que todavía vigilan los pasillos podrían pararme para hablar conmigo sobre las normas. Y no es plan que justo hoy, un día tan importante, sea la primera vez que lo hagan. Camino aún más deprisa cuando veo que está a punto de llegar a su clase. Está en la puerta y su mano se dirige al pomo. Alargo la mía para cogerle por el hombro y detener su movimiento. Pero cuando va a abrir la puerta, cuando mis dedos rozan su camiseta, se gira bruscamente y su mano impacta en mi cara. Mis pies se enredan entre sí y mis manos hacen un baile extraño que incluso da miedo. Su cara está borrosa ahora mismo. No sé si es de preocupación o de máxima felicidad. Cierro los ojos y espero a caer. Y caigo, de culo. Intento no emitir ningún sonido de dolor, aunque me den pinchazos agudos en el trasero.
-          ¿Estás bien?- me pregunta Alex desde arriba.
Ni siquiera me ofrece la mano para ayudarme a levantarme. Se queda ahí, mirándome con una cara de preocupación posiblemente fingida. Ni siquiera se disculpa. ¡Tendrá morro! Ha sido él el que me ha tirado y ni se molesta por parecer arrepentido.
-          Sí, más o menos- le respondo, intentando hacer desaparecer la cara de dolor y levantándome con dificultad.
Nos quedamos unos segundos mirándonos. Noto como mis mejillas empiezan a ponerse coloradas y decido que esta situación tiene que acabarse ya.
-          Eh… Emm… Esto… Si-siento no haberte saludado antes. Es que… es que… Bueno, eso, lo siento.
A pesar de que haya sido grosero conmigo estos últimos segundos, necesito intentarlo. Y, además, tampoco me he portado yo muy bien con él al no saludarlo antes. Así que ya estamos igualados. Intento mirarlo a los ojos. Pero no puedo. Alex no es que sea muy guapo, y es de mi misma estatura. Pero aun así no logro controlar mis nervios.
-          No pasa nada. No tiene importancia. La verdad es que me da igual si me saludas o no. Me es totalmente indiferente.
Me quedo paralizada. No parece él… O tal vez él es así y en las redes sociales intente esconderlo. No me muevo. Ni siquiera reacciono. Y no es por el significado de sus palabras, sino por el tono que ha utilizado al decirlas. Su voz suena seca, monótona. Ahora mismo no expresa ninguna emoción, y eso es, tal vez, lo que me causa más dolor. Pero ahora lo sé, ahora mis pensamientos se han ordenado y ya no tengo ninguna duda.
-          Ah, bueno, si solo era para que no hubiera confusiones. No me gusta que la gente piense que soy de una manera que en realidad no soy. Todo arreglado, entonces. Así que, adiós.-Intento ser natural y que este encuentro parezca casual.
Me giro sin volver la vista hacia él una última vez. Antes de que haya dado la media vuelta él ya ha entrado en su clase. Me alejo de allí sabiendo que lo he perdido. Antes creía que a lo mejor tenía alguna posibilidad. No nos conocíamos mucho y era siempre él el que empezaba cada conversación por el Facebook. Era simpático y muy atento. Siempre me dejaba hablar sobre lo que me preocupaba o lo que me había pasado, y él se limitaba a escuchar y a intentar que se solucionasen mis problemas. Pero ya está, nunca fue nada. Lo he perdido. Pero… ¿acaso lo he tenido alguna vez? Y, además, si esta es su verdadera personalidad, no lo quiero volver a ver en mi vida. Aunque a veces las casualidades no son casualidades, sino una puñalada por la espalda que te da el destino.
Cuando estoy a punto de llegar a mi clase veo correr a dos personas hacia mí. Axel y Paula. Un futuro cani y una futura choni (si es que no lo son ya), como llamo yo a la gente como ellos.
-          ¡Anibel! ¡¿Dónde estás?! Te estamos buscando…- grita la chica, alegre, mientras el chico le ríe las tonterías.
Pobre chica. Y encima es dos años mayor que ellos. No sé cómo no logra defenderse, si encima les saca una cabeza y media. Pero claro, sola como está… Es triste.

Me paro ante la puerta de mi clase para ver hacia donde se dirigen. Aunque en seguida me doy cuenta de que he escogido la opción incorrecta. La mano de Axel me golpea la cabeza con fuerza y me despeina. No le digo nada. Sería peor. Y más si le sumamos el cómo acabó nuestra amistad y todas las amenazas de aquella tarde en la que primaria acabó y el verano comenzó…

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